Tuesday, January 13, 2009

Códigos futboleros

No desconfío de Sebastián Piñera por ser empresario. Mi resquemor nace porque se cambió de equipo. Como he escuchado muchas veces - y esta semana repitió el tío Guido - uno puede cambiar de nacionalidad, partido político, apellido y de muchas otras cosas; pero lo que es imperdonable es cambiar de bandera en el fútbol.

Pero haré un esfuerzo y le darle mi voto al señor del helicóptero. Sucede que soy un hombre de palabra, y durante el primer día de este año se lo prometí a “Papurri”, quien bastante entonado invitaba a los veraneantes de Viña a conocer su última versión del Tutix. No existe ninguna posibilidad de que se acuerde de mí, pero promesas son promesas.

Además, carezco del aguante suficiente como para soportar nuevamente a Frei en el cargo de Primer Mandatario. Aunque haya dejado de lado la gomina, a mi no me engaña; sigue siendo el mismo personaje. Ya tuvimos bastante con él, aunque debo reconocer que fueron seis años salpimentados con los comentarios de mis tías respecto de la amplia variedad de vestidos que lucía la Martita. Sin duda, el recuerdo más duradero del último gobierno DC. Al menos entregaba un incentivo para encender el televisor a las 21:00.

Piñera y Frei son casi lo mismo: empresarios de origen, democratacristianos de cuna, amantes del fútbol y ambos en coalición con personajes que alguna vez deben haberles causado urticaria. Además, ambos son fáciles de convertir en caricaturas: uno por su parquedad e inconfundible perfil; el otro por su espíritu hiperkinético y proyectos poco aterrizados.

Pero esta vez dejaré de lado mi desconfianza nacida de los códigos futboleros y votaré por el que habla con exceso de entusiasmo y abusa de los sinónimos. Además, lo pensé bien: si el país obtiene la mitad de los triunfos de Colo-Colo, su gobierno será un golazo de media cancha.

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